El bipartidismo español


Quienes pensábamos que con la llegada del PP al poder las cosas iban a cambiar a mejor, nos hemos equivocado, y es hora de reconocerlo ya.

Llevan más de un año en el poder pero siguen sin cambiar la ley del aborto, la ley de la memoria histórica, las cesantías económicas para los políticos, la gigantesca burocracia que es imposible de mantener. Han creado una comisión –el parto de los montes- para ver como se reforma la administración local, la más próxima a los ciudadanos, por otra parte, y seguramente la más eficaz. Al parecer no habían hecho los deberes, y no se traían la lección aprendida. Tienen que pensar ahora, en las soluciones a los problemas de España.

Es cierto, y lo reconozco, que la situación económica ha mejorado un poco, aunque el paro siga aumentando, pero al menos se están sentando las bases para una recuperación, cuando las circunstancias cambien. Pero es evidente que el PP ha defraudado a quienes pensábamos que iban a cambiar las cosas, y que se iba a poner coto a tantos experimentos de ingeniería social: el matrimonio homosexual, por ejemplo, que debiera regularse como una unión civil, con derechos y deberes, pero no es lógico llamar matrimonio a lo que no lo es, pues es contra natura. Y el derecho natural, que estudie en primero de Derecho, parece que se les ha olvidado a los políticos en el poder…

Estoy decepcionado. Y cabreado. Enfadado por haber sido tan ingenuo de poner mis esperanzas en unos políticos profesionales, que no han hecho otra cosa en su vida que chupar del bote. Personas, en la mayoría de los casos, con una carrera, y a veces incluso con una oposición aprobada –el ser de buena familia ayuda mucho-, pero que nunca han salido a la calle a buscarse la vida, que viven en una burbuja de cristal, alejados de la ciudadanía y de sus problemas.

Andar por las calles, oír las conversaciones ajenas, ir a los bares, ese parlamento de las personas corrientes, escuchar los problemas de las personas a los que sus clientes no pagan –y espero que no hagan lo mismo conmigo-, los despedidos de empresas donde la actividad está bajo mínimos y escasamente subsisten, las imputaciones por hechos presuntamente delictivos a ciudadanos normales, mientras vemos que los grandes delincuentes y defraudadores fiscales campan a sus anchas, riéndose de la justicia, que es incapaz de poner coto a sus delitos, todo ello solo fomenta el escepticismo, la decepción y el asco por tener que vivir en un país que es incapaz de afrontar sus problemas.

Se sigue aumentando la presión fiscal –ya solo falta que nos cobren por respirar, como decía Quevedo-, se “inventa” un nuevo impuesto sobre los depósitos bancarios, en fin, lo que haga falta, con tal de no echar a ninguno de los casi cuatro millones de empleados públicos, y del medio millón de politicastros profesionales.

¿Alguien conoce algún país próximo dónde sea fácil obtener la nacionalidad, aunque sigamos viviendo en España, como simples turistas…? ¿Tal vez Portugal? Y no digo Andorra, pues me costa que es un paraíso fiscal, y no está al alcance de mindungis como el que suscribe.

Desde luego, en las próximas elecciones tengo claro que no voy a votar ni al PP, ni mucho menos al PSOE. Ya estoy harto de bipartidismos y alternancias. Son los mismos perros pero con distintos collares.