Rajoy y Aznar: matar al padre


Llevo unos días dándole vueltas a la extraña aparición pública de don José María Aznar, prácticamente desaparecido de la vida pública nacional.

Los psiquiatras hablan de matar al padre cuando alguien quiere eliminar, metafóricamente hablando, al citado padre, real o político, en resumen, liberarse del yugo opresor del progenitor, que siempre te dice lo que está bien y lo que está mal, corrige tus comportamientos, te recuerda tus fallos, etc. Pienso que Rajoy está sufriendo este síndrome, o como se llame esa patología, y tendría que hacérselo mirar.

Porque hay algo que está muy claro: el señor Rajoy está donde está por el dedo del señor Aznar, de la misma forma que a este caballero le “nombró”, también digitalmente don Manuel Fraga. Es lo que tiene el PP, que la democracia y el PP son dos conceptos antagónicos.

Y no es sólo un problema del PP. Los principales partidos nacionales, y no digamos los autonómicos, que son auténticos nidos de caciques –e incluso de víboras- están totalmente ayunos de democracia interna, y lo que es peor, de cualquier propósito de enmienda.

Hablando de víboras, la frase de Alfonso Guerra de que “el que se mueve no sale en la foto”, se ha consolidado en la vida política española. Cualquier aspirante a político profesional –es decir, a vividor-, que aspire a vivir del cuento, tiene que aprender a decir si, si señor, y amén. Con eso hará una gran carrera en cualquiera de los dos partidos mayoritarios: PP y PSOE.

Los problemas judiciales de Bárcenas es posible que sean una herencia de la etapa de Aznar, pero Rajoy no recibió la herencia a beneficio de inventario, sino como heredero universal, con lo mucho bueno y lo escaso malo. Y dentro de lo malo, e incluso de lo peor, estaba la corrupción financiera, de la que Bárcenas era un simple apoderado o testaferro, pero nunca el cerebro.

¿Quién o quienes por encima de Bárcenas conocían los chanchullos económicos del PP? ¿Acaso el asunto llegaba hasta las manos de Aznar? Lo cierto es que nadie le ha defendido en los últimos tiempos, y no me extrañe que ande cabreado con su sucesor, a título de Presidente del Gobierno de España, nada menos.

Como votante del PP, hasta ahora, suscribo de la a a la z las palabras de Aznar. La política del señor Rajoy, consistente en dejar que los problemas se pudran, a ver si así se curan solos –ya se sabe que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista- es totalmente errónea. España le dio una mayoría absoluta, de más de once millones de votos, entre otras razones para que enmendase el rumbo de la nave patria. ¿Y que ha hecho Rajoy? Pues preocuparse por los problemas económicos, pero dejar totalmente de lado los asuntos políticos e ideológicos: aborto, separatismo, ley de memoria histérica –no es un error-, simplicar la maquinaria administrativa que consume la mayor parte de los recursos, a cambio de nada, etc.

En lo único que podemos valorar al señor Rajoy, registrador de la propiedad, es en su defensa de la familia, tanto de la suya como de la de sus dos hermanos, casualmente también registradores de la propiedad: supresión del registro núm. 2 de Santa Pola, para evitar la competencia con su registro, que es el núm. 1, cesión a los registradores del Registro Civil, para su “explotación”, cobrando por todos y cada uno de los trámites que ahora son gratuitos cantidades que oscilarán entre los 20 y 40 euros –seguramente más 40 que 20-, etc. Claro que no nos cobrarán por nacer –total no nace casi nadie-, ni por morirnos, lo que es muy de agradecer. Tal vez esa sea la mejor solución “registral” para los problemas actuales de España. Hacer mutis por el foro. Y usted que lo vea.