El Gobierno sigue derrochando nuestro dinero


España continua marchando cuesta abajo y sin frenos. Y no me refiero solo a la crisis política y la absoluta falta de valores de nuestros gobernantes, que también, sino a una serie de situaciones y circunstancias que evidencia lo que digo.

Ahí van, a título de ejemplo, y sin carácter exhaustivo alguno, sino meramente divulgativo, algunos de estos hechos:

1. Inglaterra sigue “ensanchado” Gibraltar por el expeditivo procedimiento de llenar de tierra la bahía y alrededores del Peñón, con escombros comprados en España, para más inri, y transportados por camiones también patrios, aunque para esta gente la Patria no debe de existir. El Gobierno mira para otro lado…

2. No se ha derogado la ley de la memoria histórica –más bien histérica-, ni, por supuesto, la ley del aborto de la señora Aido, pese a las promesas de Gallardón, promesas que a partir de ahora vamos a valorar en su justa medida, es decir, absolutamente falsas.

3. El difícil público sigue aumentando, y, poco a poco, va camino de convertirse en una gigantesca bola de nieve que termine con lo que queda de España.

4. Según la prensa, en el segundo trimestre de 2013 el número de empleados públicos, sólo en la administración local (ayuntamientos, diputaciones provinciales, mancomunidades, comarcas, etc.), ha aumentado en más de 18.000 personas, por supuesto ingresadas por riguroso enchufe, en la mayoría de los casos, vulnerando los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad, al que debe añadirse el de publicidad. (En la Universidad de Zaragoza llegó a “publicarse” la convocatoria de plazas en la puerta del Departamento correspondiente. Lógicamente sólo se enteró el candidato oficial. Tengo la sentencia judicial firme que lo confirma…).

En resumen, vamos camino de nada. El PP es igual al PSOE, y cuanto antes lo tengamos claro los españoles, mejor. Se impone dejar de votar a cualquiera de estos dos partidos y votar a cualquier otro, aunque ello sea malo para la estabilidad del Estado. Al menos será un mal menor, mientras que la situación actual es de absoluta corrupción y podredumbre. ¿Y quién va a confiar la defensa de la democracia a quienes la han corrompido y violado un día si y otro también?

Del Rey no voy a hablar, pues su absoluta dejadez ante los problemas de España –corrupción, separatismos, etc.-, no le hace digno de seguir ostentando la Jefatura del Estado por más tiempo, al menos en mi opinión, y con absoluto respeto hacia la persona y la Institución. Pero las cosas son lo que son, y no es hora de edulcorar la verdad.

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