Rajoy y Rubalcaba entierran a Montesquieu


La Ley Orgánica del Poder Judicial de 1980 establecía la elección de los Vocales del Consejo General del Poder Judicial entre los Jueces. Como el sistema suponía de facto el reconocimiento del Poder Judicial, con la llegada al poder del PSOE, en 1985 se reforma la Ley y se dice que la elección de los Vocales se hará por el Parlamento, lo que supone la total politización del Consejo.

Es entonces cuando Alfonso Guerra, ese ignorante travestido a intelectual de pacotilla suelta su lapidaria frase: Montesquieu ha muerto, para significar que quienes mandaban en la justicia eran los políticos, no los jueces. De los fiscales ni hablo, pues todos sabemos que son la voz de su amo…

¿Qué es el CGPJ…? Pues un organismo similar al Consejo Nacional del Movimiento, en tiempos de Franco, órgano asesor que todo el mundo sabía que no servía para nada, pero que daba acomodo a políticos prejubilados, altos prebostes del régimen a los que había que colocar en algún sitio, y una manera de hacer ver a la población que había participación política.
Como decía algún ilustre miembro del régimen, creo que don José María Pemán, el aconsejado nombraba a quienes le iban a aconsejar, para que le dijesen lo que sabían que él quería oír. Pues lo mismo es el CGPJ.
El único cambio ha sido que en vez de un solo individuo, Franco, ahora han sido dos las personas que han decidido la composición del Consejo: Rajoy, representado por su mano izquierda –y nunca mejor dicho-, Gallardón, y Rubalcaba, que solo se fía de sí mismo –y no siempre-, y por tanto no ha delegado en nadie.

Ellos son quienes han decidido que magistrados, jueces y juristas compondrán el Consejo. Con una concepción medieval, gremialista, han colocado en el mismo a sus peones, componentes de casi todos los estamentos judiciales, con dos excepciones: los procuradores, o recaderos de los tribunales, cuya función jurídica es discutida y discutible, pues se asemejan más a un gestor administrativo, que lleva y trae papeles, que a un jurista que resuelve problemas en Derecho, y los fiscales, pues ya sabemos que en la mesa de los señores no se sientan los criados, por muchas ínfulas que tengan, e incluso puñetas (y algunos son muy puñeteros).

En resumen, nada nuevo bajo el sol. Montesquieu murió en 1985, y pese a la posterior Sentencia del Tribunal Constitucional diciendo que no era inconstitucional la elección de los Vocales por el Parlamento, siempre que no se hiciera con criterios políticos -¿y que otros criterios va a aplicar un órgano formado por representantes de los partidos políticos?-, hay que enterrar a los muertos, para evitar que huelan, propaguen enfermedades, etc., y Rajoy y Rubalcaba – dos masones, según las malas lenguas -, han asumido el triste oficio de enterrador.
Que es más digno que el de asesino, esos asesinos sanguinarios a los que la Audiencia Nacional está dejando en libertad a toda prisa, mientras al presidente de su sala de lo penal se le “honra”, con una Vocalía en el citado consejo general del joder judicial, perdón, es una errata, quiero decir del Poder Judicial.

Del poder que no puede hacer mucho, pues no pinta nada. Y ahora menos.

Pero cuyos veinte miembros disfrutan de unos salarios millonarios, coche oficial, con chófer y escolta, etc. ¡Todo sea por la reducción del gasto público!

comentarios
  1. antonio |
  2. pedro |
  3. pilar |
    • ramón |
  4. carlos |