ISBN, gestión privada de un servicio público
Además del Depósito Legal, que como su nombre indica supone la entrega de varios ejemplares de cada publicación al Estado, para su depósito en la Biblioteca Nacional y bibliotecas públicas de la comunidad autónoma correspondiente, existe el ISBN, siglas en inglés que significan algo así como el número internacional del libro, es decir el identificador de cada libro, su “matrícula”.
Años ha, que uno tiene sus años, y empecé a editar libros en 1976, a la temprana edad de 19 años, como autor-editor, siento todavía menor de edad (en aquella época se accedía a la mayoría de edad a los 21 años), la gestión del ISBN, como servicio público que es, estaba encomendada al Ministerio de Cultura, y sus empleados ocupaban un bonito edificio en la calle Santiago Rusiñol, 8, de Madrid, creo recordar que en plena Ciudad Universitaria. (Recuerdo haber estado en la puerta del edificio, pero no llegué a entrar, pues era un fin de semana, y lógicamente estaba cerrado).
Acceder al ISBN era TOTALMENTE GRATUITO. Únicamente había que cumplimentar la ficha bibliográfica correspondiente, y enviarla, creo recordar que con un sobre con la dirección del solicitante, debidamente franqueado, para que la Agencia Española del ISBN, pues tal era su denominación oficial, no tuviera que incurrir en gasto alguno. (Hay que tener en cuenta que en España se editan desde hace años más de cien mil publicaciones unitarias, anualmente, y el trasiego de correspondencia, y su coste, sería muy elevado…).
Respecto a las editoriales, pues también fui editor (Editorial JALÓN), el ISBN facilitaba unos listados con códigos de ISBN, obtenidos informáticamente, y la editorial daba el número al libro, y únicamente había que cumplimentar la ficha y remitirlo a la Agencia. Pero, repito, todo gratuitamente.
Hace unos años, por esa “moda” que a algunos les ha entrado de privatizar todo lo público, obteniendo pingües beneficios, colocando a sus amiguetes y correligionarios, y encareciendo el coste del servicio correspondiente, a algún “listo” se le ocurrió la brillante idea de privatizar el ISBN, encomendándose su gestión al Gremio Español de Editores.
Resultado:
Coste del código ISBN: 45 euros, que si lo quieres en el día se incrementa notablemente.
DILVE, que es la descripción del libro, con datos ricos, como dicen ellos, y supongo que no se referirán al dinero que te sacan por introducir estos datos en el sistema: 35 euros.
Total: 80 euros. (Tiempo tramitación: cinco días, es decir, una semana).
Urgencia, en el día: coste, 50 euros más.
Coste total: 130 euros (nada menos).
Si multiplicamos el número de libros que se publican al año, alrededor de 100.000, por los 80 euros de marras, se obtiene la bonita cifra de ocho millones de euros anuales, que no está nada mal.
El sector del libro genera en España más de 100.000 empleos directos, además de otros tantos –o más- indirectos, pues hay todo un mundo de transportistas, fabricantes de papel, de tintas, encuadernación, etc., que trabajan para el gremio. Por no hablar de otro servicio pública, la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos, cuyas tarifas son incluso más caras que las de las agencias privadas de reparto, que ya es decir. (Correos siempre “ayudando” a la cultura). Recuerdo haber enviado un libro a un profesor argentino, que me costó más el envío que el precio del libro…).
¿Qué sentido tiene dar este “saneado” negocio a una entidad privada, el Gremio de Editores de España, repito), en lugar de seguir gestionándolo públicamente, e ingresar ese dinero en las arcas públicas, en concepto de tasas o precios públicos…? Si alguien lo sabe, agradecería mucho lo publicase, para general conocimiento.
Visto como actúan algunas administraciones publicas, cada día estoy más convencido de que estamos viviendo en una monarquía bananera (en nuestro caso, platanera).
Don Ramiro, tiene usted mucha razón en lo que dice. Yo también he publicado algunos libros de poesía, pagándolos de mi propio bolsillo, y muchos de ellos regalándolos luego a familiares, amigos, alumnos, etc., y es increible la cantidad de trabas que ponen, y pagos que hay que realizar, para hacerlo total legalmente…
Yo creo que no se dan cuenta de que los libros dan de comer a mucha gente, desde las imprentas, pasando por las fábricas de papel, las empresas de encuadernación, Correos (que es una vergüenza lo que cobran por enviar un libro como carta), fabricantes de tintas, etc.
No me extraña que estén cerrando librerías, distribuidoras, que Correos cada día tenga menos trabajo, etc.
Un detalle: hace poco envié un libro a una amiga que vive en Argentina. ¡Me costó más Correos que el coste del libro! Con este le digo todo.
Enhorabuena por decir las cosas claras.
Es verdad lo que dice el autor, pero también es cierto que las editoriales legalmente constituidas, es decir, las sociedades editoras, tienen unas tarifas más reducidas, pues pueden adquirir un determinado número de prefijos de ISBN, a precio fijo.
Si alguien tiene interés en saber la «oferta» del ISBN al respecto, puede verlo en la página web correspondiente. De cualquier forma, son también muy caros, y si se quiere uno urgentemente, hay que pagar 50 euros más, lo que constituye un auténtico abuso.
La duda que tengo es que parte de se dinero va al Ministerio de Cultura, pues en el Convenio de cesión de la gestión del ISBN al Gremio de Editores de España se establece que los «sobrantes» de la gestión, es decir, el superávit que se produzca, una vez cubierto el coste de los servicios, volverán al Estado…
(Si alguien sabe cuál es el «beneficio» que se obtiene por la gestión privada del ISBN, agradecería mucho que lo publique, para general conocimiento. Muchas gracias).
Estoy de acuerdo con el contenido del artículo. El Gobierno no sabe como hacer para «acabar» con la cultura del libro, aunque la culpa es de Zapatero,pues fue durante su «égida» -y nunca mejor dicho- cuándo se acabó con la Agencia Española del ISBN, entregándola a manos del Gremio de Editores de España… Desde entonces están haciendo do lo posible para acabar con los pequeños editores, las ediciones de autor, los autores-editores, etc.
Respecto a estos últimos, por ejemplo, sólo se dan prefijos editoriales a aquellos que hayan publicado alguna obra con anterioridad a 2013, creo recordar, de forma que a los nuevos se les niega el servicio, con lo cuál sus obras no van a tener prefijo internacional, y quedan reducidas al consumo «doméstico» nacional.
¿Cómo es posible que el Ministerio de Cultura no ponga freno a todas estas tropelías…?