El disputado voto del señor Cayo


Mi hijo, que tiene 18 años, se está machacando la cabeza estudiando Derecho, y más en estas fechas, y ganas me dan de decirle que no se mate tanto, y se afilie a uno de los partidos emergentes, Podemos ó Ciudadanos, que seguro le solucionarán la vida…

Pero no me atrevo a hacerlo. Prefiero que se sacrifique, que estudie, que trabaje en verano, que se haga un hombre, en definitiva. Que siga el ejemplo, el mal ejemplo, de su padre.

Andaba yo por el PAR, y casi me da vergüenza decirlo, sobre los años mil novecientos ochenta y pocos, dirigiendo su Rolde Joven, e integrado como tal en el Comité Ejecutivo Central, único existente por otra parte, pues no había una estructura territorial creada, y mucho menos consolidada, cuándo compré “El disputado voto del señor Cayo”, la genial novela de don Miguel Delibes.

Y todas mis dudas se convirtieron en certezas. Vi que la dedicación que daba, a todas luces excesiva, al partido era incompatible con los estudios, la preparación de unas oposiciones o la búsqueda de un futuro profesional. Me desengañé de la acción política, basada en ser la mano de obra barata, realmente gratuita, de una –supuesta- ideología política: mesas informativas en el centro de Zaragoza los fines de semana, viajes a pueblos para llevar la “buena nueva”, asistencia a todos los actos, aunque sólo fuera para hacer bulto, pegada de cárteles electorales (todo un rito), etc.

De la todavía alcaldesa de Madrid lo más sensato que recuerdo haber oído es que los jóvenes tenían que dedicarse a estudiar, y prepararse para el futuro, en lugar de integrarse en las juventudes de los partidos, y acabar profesionalizándose en la política, ante la falta de oficio y beneficio, desperdiciando además los mejores años de la vida.

Claro que muchos de ellos se han integrado por la vía de hecho en las plantillas de las administraciones públicas correspondientes, vía conversión de contratos temporales en indefinidos, en fraude de Ley y abuso de Derecho, oposiciones “apañadas”, sobre todo en las administraciones locales y autonómicas, dónde los tribunales los presiden políticos que en la mayoría de los casos no saben hacer una o con un canuto, etc.

Pero la mayoría, se han enchufado como asesores, aunque en nada pueden asesorar, pues son analfabetos funcionales, o son concejales, diputados autonómicos, directores generales, etc., pero dentro de unos días irán camino de las oficinas del INEM, dónde les recibirán con los brazos abiertos…, y tendrán que buscarse la vida, con otros seis millones de parados.

Nada de esto les sucedería si hubieran estudiado, opositado o ejercido alguna profesión, encontrado algún empleo en la empresa privada, etc., en otras palabras, sin en lugar de dedicarse a tiempo completo a la política, lo hubieran hecho a tiempo parcial.

Resumiendo y concretando: voy a decirle a mí hijo que siga estudiando, y deje pasar de largo la posibilidad de ser concejal, asesor o asimilado.

Que se busque la vida con el sudor de su frente y el esfuerzo de su inteligencia, no al socaire de los partidos políticos, que lo único que hacen es utilizarte, y luego te tiran como a un trapo viejo, cuándo ya no les eres útil, o pierden el poder y no pueden enchufarte en ningún sitio.

Y la verdad es que no me dan ninguna pena los políticos profesionales que en breves días se van a ir al paro…

Publicado en Diario Rombe y Heraldo Sanitario de Oregón (28 de mayo de 2015) y Sierra Norte Digital (31 de mayo de 2015)

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