Don Miguel Bernad, preso político de la casta


Don Miguel Bernad Remón, secretario general de Manos Limpias, lleva más de medio año en prisión provisional, que se dice pronto. Exactamente desde el día 15 de abril de 2016, en que fue detenido, aunque los 3 primeros días, las famosas 72 horas, fueron en calidad de detenido, y el 18 de abril el juez Pedraz, el gran amigo de Garzón (expulsado de la carrera judicial por una querella de Manos Limpias), decretó su ingreso en prisión provisional.

Prisión provisional en la que permanece ininterrumpidamente desde entonces, y ello a pesar de su edad, 74 años, de su total carencia de antecedente penal alguno, de su arraigo social, dos hijas, un nieto, esposa y madre centenaria, etc. Pero, al parecer, en su “peligro público”. No sólo eso, sino que como me indica en carta personal del pasado día 15: “Tienen prohibido a los medios de comunicación ponerse en contacto conmigo”.

Ha tenido un solo permiso especial o extraordinario, para poder visitar a su madre, centenaria de 104 años, en situación de grave enfermedad, con los achaques propios de la edad, de su edad. Pues bien, las condiciones también fueron peculiares: “Todo el día tenía en el portal a dos agentes, identificando a las personas y autorizándoles a visitarme. Hasta mi nieto de cuatro años fue objeto de identificación. (No vaya a ser que por la herencia genética fuera tan “peligroso” como su abuelo, el hombre que sentó en el banquillo a la –todavía- Infanta de España, y ex Duquesa de Palma, Hija y Hermana de Reyes…).

Miguel, que es una persona profundamente religiosa, agradece mis oraciones por él ante la Virgen del Pilar, el Día del Pilar, y me dice: “Muchas gracias por tu recomendación a la Virgen del Pilar”. Recomendación que, hasta ahora, no ha producido muchos efectos, la verdad, pero hay que tener Fe.

Don Miguel fue operado de desprendimiento de retina en un ojo, siendo llevado al hospital esposado, acompañado de varios policías (que no hacían otra cosa que cumplir con su deber), y tratado como un vulgar delincuente. El régimen agoniza, no da más de sí, y ya les asustan hasta los señores de 74 años… Supongo se trata también de lanzar un aviso a navegantes: ¡cuidado con denunciar nada, que ya veis lo que les pasa a los denunciantes!.

Ahora esta pendiente de ser operado del otro ojo, y supongo se repetirá la parafernalia de llevarle esposado, rodeado de un nutrido grupo de policías, esposado incluso en la cama, y en el proceso de recuperación, en fin, en condiciones infamantes, que atentan contra la dignidad de cualquier ser humano…, salvo que se trate de un peligroso asesino o violador, en cuyo caso toda prevención es poca.

Me consta, pues tengo amigos policías y guardias civiles, que les repugna hacer estos “servicios”, pues son conscientes de que es un auténtico abuso, y un maltrato deliberado, pero como dicen, “nosotros somos unos mandados”, y tenemos que obedecer, pues sino nos sancionarían disciplinariamente, con pérdida de empleo y sueldo, en su caso.

Dice Miguel: “En la enfermería me han metido en la habitación un preso que lleva 15 días sin ducharse… Los funcionarios y los presos me tratan francamente bien”. Don Miguel Bernad Remón es un preso político del sistema, y hora es ya de decirlo, con toda claridad. Y lo triste del caso es que posiblemente será el primero, pero no el último, pues la satrapía está degenerando, se han acostumbrado a hacer lo que les da la gana, y no quieren perder el poder, entre otras razones para evitar acabar en prisión, como ya empiezan a hacer a sus oponentes políticos.

El “juez” Pedraz estará contento: encarcela a un señor de 74 años, pero deja en libertad a peligrosos delincuentes políticos, la mayoría de los “clientes” del juzgado que regenta… Algún día habrá que pensar en pedirle cuentas, pues no es normal la total y absoluta impunidad con la que actúan algunos jueces.

Ah, por cierto, se me olvidaba decir que varios libros que le he enviado, de mi autoría, han venido todos devueltos, con el sello de “no supera los controles de seguridad”. Teniendo en cuenta que los sobres son abiertos por los funcionarios antes de entregar la correspondencia a los internos, y que en un libro no creo que quepan grandes cosas, tipo lima, cuchillo o bocadillos de jamón, parece evidente que se trata de una pena accesoria, impuesta simplemente para joderle. Y, de paso, al remitente, que se gasta sus buenos dineros, para nada, pues hay que ver lo que cobra Correos por enviar un libro como carta ordinaria…

Al respecto no estaría de más recordar a quien pueda interesar lo que dice nuestra Constitución en su art. 25. 2, en sede de derechos fundamentales: “El condenado a pena de prisión –en este caso simplemente en situación de prisión provisional-…gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo… En todo caso, tendrá derecho…, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad”. Pues eso. El sistema también viola los derechos fundamentales de este preso político.

Publicado en Rambla Libre (19/10/2016), El Librepensador y Heraldo Sanitario de Oregón (20/10/2016) y Sierra Norte Digital (21/10/2016)

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