Procuradores, caros e innecesarios


La égida de Ruiz Gallardón fue maravillosa para los procuradores de los tribunales. Este hombre, en su ignorancia jurídica, por lo menos práctica, que ya sabemos que es fiscal por oposición, mimó a esta profesión, cada vez más denostada por los juristas, dada su innecesaridad, en estos tiempos de tramitación de los procedimientos por correo electrónico, con el cual el abogado podría presentar perfectamente sus escritos, y recibir las notificaciones judiciales o de la fiscalía correspondientes, sin necesidad de intermediarios, que lo único que hacen es incrementar el coste del servicio.

Así viene sucediendo en la práctica totalidad de los países, de forma que el procurador escasamente subsiste en unos 50 países, cuándo el mundo tiene alrededor de 200. ¿Qué problema hay para que el abogado no pueda comunicarse directamente con el juzgado, y necesite ir de la mano de un procurador de los tribunales?

Pudiera tener sentido esta profesión cuando se trata de representar a personas jurídicas, cuyos directivos o ejecutivos no van a pasarse el día dando vueltas por los juzgados –si tienen muchos pleitos-, pero no le veo el sentido cuando se trata de una persona física, para quien su pleito si que es importante, y que en ocasiones en el primer litigio que tiene.

El primero y el último, en muchos casos, una vez que recibe la minuta del abogado y la cuenta del procurador…, pues ve que le queda lo comido por lo servido, en otras palabras, que le desuellan vivo, económicamente hablando, sobre todo cuando son pleitos de poca cuantía, por ejemplo un verbal, cuyo límite máximo está en los 6.000 euros.

Pues bien en un caso de estos entre el abogado y el procurador pueden cobrar hasta un tercio del principal, es decir, de los 6.000 euros, con lo cual prepárese para pagar alrededor de 2.000 euros, pero sólo por la primera instancia, pues tiene declarado la jurisprudencia que ese límite sólo opera en cada instancia, con lo cual si un asunto llega a las dos instancias previstas normalmente, o incluso a una tercera extraordinaria, en determinados supuestos, las costas pueden suponerle una cuantía superior al importe de la deuda o reclamación.

Es decir, que 2.000 euros, multiplicado por tres instancias, se convierte en 6.000 euros… Pero también indica la jurisprudencia que el Iva no está sujeto al límite del tercio del principal, sino que es aparte, con lo cual si a los 6.000 euros le añadimos un 21% de Iva, nos situamos en 7.260 euros de gasto, para poder cobrar (en el mejor de los casos, es decir que realmente cobremos), 6.000 euros…

¿Comprenden ustedes que es absurdo pleitear en la España actual, por lo menos en asuntos de pequeña cuantía?

Posiblemente eso es lo que pretendieron Ruiz Gallardón y el PP manteniendo en las reformas de las leyes procesales la obligatoriedad de la figura del procurador. Vamos que el abogado tiene que ir con el procurador casi hasta al baño…

Si a ello unimos las tasas, en numerosos supuestos, los honorarios libres de los abogados, que no están sujetos a freno o límite alguno, etc., es para pensárselo dos veces antes de ir al juzgado.

Como dice un amigo mío, “prefiero gastarme el dinero en putas que en abogados y procuradores, pues me dan más satisfacción”. También me dice “que los rumanos” le solucionan sus problemas legales a un precio mucho más barato que los profesionales del Derecho… No he querido profundizar en ese asunto, pues no me gusta ser conocedor, y mucho menos cómplice, de delitos ajenos.

En resumen, procuradores sí, pero optativos o voluntarios, y compitiendo entre ellos, para lo cual hace falta derogar el famoso Arancel de 2003, aprobado por Orden del Ministerio de Hacienda.

Y ampliar el límite del tercio del principal a la totalidad del pleito, es decir a todos los recursos que puedan presentare, o dejando totalmente al arbitrio de los profesionales y de los clientes la fijación de los honorarios, que tampoco sería mala idea, y de hecho lo vienen haciendo muchos.

Cualquier cosa antes que seguir con el sistema actual, que es una auténtica m…, además de extremadamente gravoso para los litigantes, e injusto en muchos casos.

¿O es que vamos a vivir del Derecho, peo sin respetar para nada la Justicia?

Publicado en Rambla Libre (11/11/2016)

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