El régimen del 78, que ya agoniza: 40 años de engaños


Estos días que los medios de comunicación del régimen, es decir, casi todos, nos bombardean con la maravilla de estos cuarenta años de paz y prosperidad (similar al eslogan franquista, por otra parte), pienso sobre este tiempo, que ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, y que nos ha llevado de los 20 a los 60 años, prácticamente sin enterarnos…

Y empiezo a pensar que los españoles hemos sido víctimas de un gigantesco engaño colectivo, en el que los que mueven los peones, es decir todos nosotros, eran plenamente conscientes de varias realidades innegables, que conviene no olvidar, a la hora de hacer balance:

1. El régimen constitucional de 1978 sigue siendo franquismo, puro y duro. Una derecha económica, cavernícola, sigue ocupando el poder, mientras que la derecha ideológica, con valores y principios, prácticamente ha sido borrada del mapa.

2. Seguimos igual que con las Leyes Fundamentales: unidad de poder y coordinación de funciones. No hay Estado de Derecho ni separación de poderes. El poder judicial está totalmente mediatizado por el poder político, es decir, el ejecutivo.

3. Vivimos en un estado de alternancia entre los dos grandes partidos, el PP y el PSOE, que además se llevan estupendamente, pues se reparten la tarta, aunque a veces hagan ver que no, para disimular. Son las dos caras de la misma moneda: el sistema económico, que es el único y verdadero poder.

4. Los Borbones, ¿Qué voy a decir de esta irreal familia, sin riesgo de ser denunciado por injurias graves y con publicidad? Sabemos ya muchas cosas, y una buena parte de los españoles solo esperamos la fecha en la que podamos librarnos de ellos, después de más de 300 años de mantenerles a cuerpo de reyes, y a cambio de nada, o casi nada. Los episodios más chuscos y vergonzosos de nuestra historia han sido protagonizados por esta familia extranjera…

5. La Constitución estableció una España formada por nacionalidades y regiones. Algunos hombres de Estado, como don Manuel Fraga, ya advirtieron de que eso iba a ser el germen de graves problemas futuros, y no se equivocaron. Pero se trataba de contentar a todos, dando chocolate a todo el mundo, es decir, autonomía. ¡Lo que me extraña es que no se reconociera la autonomía de Cartagena frente a Murcia, de Calatayud ante Zaragoza, o puestos a dar, la de mi pueblo natal, Laguarres ante Capella!

6. Se ha visto, aunque con mucho retraso, que ha sido peor el remedio que la enfermedad. Ni Cataluña o el País Vasco, por ejemplo, se han sentido o se sienten satisfechas con este sistema, ni dar autonomía a todas las provincias, incluidas las varias uniprovinciales, ha servido más que para doblar o triplicar el gasto público, el número de empleados oficiales (¿o debería decir de enchufados?), etc.

7. La asunción de competencias en materia de educación y sanidad por las autonomías ha servido para sembrar el independentismo en algunas regiones, al utilizar la enseñanza para adoctrinar a los niños, al tiempo que las tarjetas sanitarias nos impiden movernos libremente por todo el Estado, pues se ponen toda clase de obstáculos para poder acceder a los recursos del sistema.

8. La invasión de millones de extranjeros ha producido una disminución del coste de la mano de obra, y una gran pérdida de derechos laborales para los trabajadores, es decir, para todos nosotros, pues lo que el español rechaza, el extranjero lo acepta sin rechistar.

9. Una seguridad social al borde de la quiebra, que paga mensualmente la nómina a más de 10 millones de personas que se dice pronto, y de la que viven posiblemente más de un tercio de la población total española, es decir, unos 16 millones de personas… ¿Se imaginan ustedes que pasará cuándo ya no haya dinero para poder pagar las pensiones?

10. Y, por último, un presidente del gobierno totalmente inane, que pasa de todo, y deja que los problemas se pudran solos. El caso catalán o la quiebra de la seguridad social son dos ejemplos paradigmáticos, pero hay muchos más, como la nula defensa de la integridad territorial respecto de Gibraltar, la invasión marroquí en Ceuta y Melilla, por no hablar de la ocupación de los barrios de nuestras ciudades por los musulmanes, a los que ya solo les falta imponer la sharia, etc.

En resumen, no veo motivo alguno para estar satisfechos, sino más bien todo lo contrario. Preocupados, muy preocupados…

Publicado en Heraldo Sanitario de Oregón (19/06/2017) y Rambla Libre y Sierra Norte Digital (20/06/2017)

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