La cultura escrita durante el franquismo


Tengo 66 años, recién cumplidos, y aunque sólo sea por razones cronológicas, algo sé del franquismo, y tengo una percepción totalmente alejada de las tonterías que se cuentan…

Voy a limitar mi exposición a la cultura escrita, pues no soy un experto en temas de teatro, cine, música, etc., y no me gusta escribir de lo que no sé, a diferencia de la mayoría de los tertulianos y opinadores, que cada vez que abren la boca, o cogen la pluma, demuestran, y con creces, su gran ignorancia.

Hay varios hitos importantes, en mi modesta opinión, que jalonan una política cultural, coherente y seria del franquismo, como  son los siguientes:

  1. La creación del Depósito Legal, en 1958, que dotaba de un número único a cada publicación, y obligaba, en el caso de los libros, a donar seis ejemplares a la Biblioteca Nacional, lo que permitía, y con muy poco gasto para el Estado, conservar nuestro precioso acervo cultural, y nutrir con varios ejemplares a las bibliotecas provinciales y locales. –
  2. Las tarifas postales reducidas para los envíos culturales, tanto de prensa y revistas, como de libros. En el  caso de las publicaciones periódicas, no podían llevar más de un diez por ciento de publicidad, creo recordar, para poder acogerse a estas tarifas casi gratuitas, y en el caso de los libros, podían enviarse a un coste reducido, muy reducido. Hoy en día, en cambio, yo que soy pequeño editor, como autor-editor, con el sello o marca comercial de www.graueditores.com (aprovecho para hacer publicidad gratuita de mis cuarenta libros escritos y publicados), en ocasiones me cuesta más el envío  por Correos que la edición del  propio  libro. Tanto es así, que la mayoría de las editoriales han huido de Correos, ya que les resulta más económico servir los pedidos por cualquier agencia de transportes, incluso  con tarifas especiales de entrega al día siguiente. ¡Qué país, y que presidente o director general más inútil tiene Correos, el antiguo jefe del gabinete de Pedro Sánchez en la PSOE, dicho  sea de paso, y con ánimo de decir las verdades!
  1. La dignificación y reconocimiento profesional de los escritores con la creación de la Mutualidad Especial de Escritores de Libros, en la que se podía ingresar cumpliendo determinados requisitos –haber publicado cinco libros, creo recordar, si la memoria no me falla-, y que con unas tarifas muy pequeñas, podían cotizar a la seguridad social, como una categoría especial de trabajadores autónomos, lo que posibilitaba la jubilación, asistencia sanitaria, invalidez, en su caso, etc. Es decir, que por primera vez en la historia de España, los escritores pasaban –pasábamos- a ser una profesión más, tan digna como cualquier otra. Y todo esto sucedía en la, para algunos “oprobiosa dictadura”, que no era tal, sino un régimen donde había autoridad y responsabilidad, mediante la ley y el orden.
  1. Para colmo, la capital cultural del franquismo ¡era Barcelona!, donde radicaban la mayoría de las editoriales de la nación, se fomentaba el Hispanismo, mediante la recepción y  promoción a los grandes autores hispanoamericanos, que agrandaban el mayor Tesoro de nuestra Patria, la lengua española.

En otras palabras, las patrañas que nos cuentan, no tienen nada que ver con la realidad.

Publicado en ÑTV España (23/03/2023), Periodista Digital, El Español Digital y El Criterio (22/03/2023), Tradición Viva (23/03/2023), El Diestro (26/03/2023) y Heraldo de Oregón (27/03/2023)

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