Gibraltar, cuestión de Estado


Desde hace varios años, y por otra desatinada más, Zapatero dio el visto bueno a la “estrategia” de Moratinos de reunirse en tripartito con Inglaterra como potencia ocupante del Peñón, el estado español, en su condición de legítimo propietario de la colonia, y el gobierno autónomo de Gibraltar, propiciando así una suerte de reconocimiento de facto de una supuesta independencia del citado territorio, cedido a Inglaterra por el Tratado de Utrecht, en 1713, aunque había sido tomado por la fuerza de las armas nueve años antes, pero cuya soberanía siempre ha sido reivindicada por España.

El artículo décimo del Tratado entre Inglaterra y España, que se refiere a la cesión de Gibraltar, dice así: “El Rey Católico, por la presente, cede…la completa y entera propiedad de la ciudad y del castillo de Gibraltar, junto con el puerto, las fortificaciones y los baluartes a ellos pertenecientes; y entrega la dicha propiedad para que sea tenida y disfrutada absolutamente con toda clase de derechos para siempre, sin excepciones ni impedimentos de ninguna clase.

Mas para impedir abusos y fraudes mediante la importación de cualquier clase de géneros, el Rey Católico quiere y da por entendido que la propiedad arriba mencionada es cedida a la Gran Bretaña sin jurisdicción territorial alguna y sin ninguna comunicación por tierra con el territorio lindante. Sin embargo, como la comunicación por mar con España puede no ser, en todo tiempo, segura y abierta, y puede por consiguiente suceder que la guarnición y demás habitantes de Gibraltar se vean en graves aprietos, y siendo la intención del Rey Católico que sólo, como ya se ha dicho, sea prohibida la fraudulenta importación de géneros por comunicación terrestre, queda estipulado que, en tales casos, se considere legal la compra, con dinero constante, en los territorios vecinos de España, de provisiones y otras cosas necesarias a la guarnición, a los habitantes y a las naves ancladas en el puerto…”

En resumen, que Gibraltar pasa a ser una colonia de la Gran Bretaña, aislada por tierra y por mar de España, y sin jurisdicción marítima alguna, ya que lo contrario hubiera supuesto el reconocimiento de una cierta soberanía a Gibraltar, cuando no pasaba de ser un simple puerto franco para Inglaterra. Como dice don Ramón Ledesma Miranda: “Se ha cedido la plaza de Gibraltar, pero sin jurisdicción territorial alguna. El mercader ha podido confiscar, usuariamente, nuestros bienes, pero éstos siguen perteneciéndonos, y como el territorio es la expresión natural de la soberanía, la bandera británica representa en él una violación del tratado y una usurpación permanente” (Gibraltar, La Roca de Calpe, Ediciones del Movimiento, 1957, pág. 154).

Creo de justicia recordar la ilustre figura del diplomático español don Jaime de Piniés Rubio, nacido en Laguarres, nuestro pueblo natal, y que en su condición de Representante Permanente de España en Naciones Unidas y Embajador en el Reino Unido e Irlanda del Norte, tanto luchó por la devolución de Gibraltar, la última colonia existente en Europa. Su labor se suma a la del ministro Castiella y otras egregias personalidades que defendieron siempre los intereses del Estado Español, no como Zapatero, ese  político inane que sufrimos durante todo un septenio negro de la historia de España.

La lucha –pacífica- y el trabajo de generaciones de diplomáticos de primera línea estuvo a punto de cargársela el último de su promoción en la escuela diplomática, un tal Moratinos, desconocedor de la historia, e incluso de la geografía española. Y ello con la anuencia del sin par –a Dios gracias- Zapatero, que nos llevo a la ruina, social, moral y económica, de la sociedad española.

Desde 1914 hasta 2013, Gran Bretaña ha trabajado por ampliar la colonia, a costa de España y del mar. Los hitos principales son los siguientes:

–  A principios del siglo XX, el peñón fue excavado para construir túneles que uniesen las partes este y oeste, depositando el material extraído en la bahía de Algeciras, y consiguiendo ganarle al mar alrededor de 26 hectáreas, haciendo además prácticamente inexpugnable la Roca de Calpe.

–  En 1909 los británicos construyeron una cerca de siete pies de altura, ocupando más de 800 metros de istmo, al norte del Peñón, en lo que antes era territorial neutral, pese a las protestas del Gobierno español, que no hizo uso de la fuerza para impedirlo, limitándose a quejarse…

–  En 1938 se aprobó la construcción de un aeropuerto en el terreno situado entre la verja y el peñón, introduciéndose la pista más de 800 metros en la bahía de Algeciras, pese a las protestas de España, que no consiguieron detener las obras.

En 1969, el Gobierno de Franco, harto de las continuas cesiones, que no daban lugar a resultado positivo alguno, cerró la verja, impidiendo la comunicación entre la población española y Gibraltar, en estricto cumplimiento del Tratado de Utrecht que establecía que: “la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra”.

El 5 de febrero de 1985, don Felipe González permitió el paso de viajeros y mercancías por la verja, tránsito que ha continuado ininterrumpidamente hasta la fecha, con grave perjuicio para España, pues al ser un puerto franco muchas personas acuden allí a proveerse de tabaco, bebidas, etc., a precios inferiores a los nacionales, y sin que España devengue los tributos correspondientes, y beneficio para los gibraltareños, que pueden salir del enclaustramiento que les suponía el cierre de la verja, así como las pérdidas para sus negocios, establecimientos hosteleros, etc.

Mientras tanto Gibraltar se ha consagrado como un paraíso fiscal, con la instalación de centenares de bancos y más de setenta mil empresas, aprovechando la escasa fiscalidad existente, cuando la población escasamente llega a las treinta mil personas. Numerosos evasores de impuestos y delincuentes internacionales han fijado allí su residencia, para burlar las leyes de la Unión Europea, y proliferan los despachos de Abogados que domicilian empresas y “legalizan” situaciones claramente irregulares, cuando no delictivas. En resumen, un gigantesco fraude.

Y ahora, tres siglos después, vinieron Zapatero y Moratinos, a cual más “desatinado”, a echar por tierra toda la gigantesca labor realizada por nuestra diplomacia durante trescientos años, por no hablar de las vidas pérdidas en infructuosos intentos de recuperación de Gibraltar por la fuerza de las armas, que al parecer es la única ley que rige para los ingleses. Véase la guerra de las Malvinas, donde enterraron vivos a centenares de jóvenes argentinos, defensores de su Patria en una guerra justa para su causa…

Y para terminar, recordemos la sabia advertencia del Embajador de España don Jaime de Piniés y Rubio: “Esperemos que algún día algún político lea los antecedentes y se dé cuenta que lo logrado en las Naciones Unidas, creando una doctrina para descolonizar Gibraltar, no se puede echar por la borda. Con esta doctrina y el tratado de Utrecht, tenemos en nuestras manos la llave para recuperar Gibraltar. Lo que hace falta es que el gobierno de turno tenga la voluntad de recuperarlo, pero no por pura retórica, sino con hechos. Los ingleses no se van si no se les echa” (La descolonización española en las Naciones Unidad, Madrid, 2001, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, pág. 825 y ss.).

Confío y espero que Rajoy y el PP, con el apoyo explicito del Rey, no nos defrauden. Que así sea.

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  1. pedro |