Profesores eméritos en la Universidad de Zaragoza: Navajazos como despedida


Que la Universidad de Zaragoza es un lodazal, es algo que sabemos perfectamente todos los que hemos trabajado en ella, y no somos tontos del culo, o tenemos un mínimo sentido crítico.

Pero que algunos ex compañeros, e incluso amigos (por lo menos en teoría), y muchas veces incluso discípulos, aprovechen el momento de la jubilación de un eminente catedrático o profesor titular para darle el navajazo, votando en contra de su nombramiento como profesor emérito, es algo que raya lo miserable, o más bien entra directamente en esa categoría.

Y cuando esto se hace con profesores con una brillante y dilatada hoja de servicios, como le sucedió a don Santiago Molina García, con numerosos sexenios de investigación acreditados, hace que no sea al agraviado a quien realmente se hace de menos, sino a la misma Institución, habitada por miserables no ya pueblerinos, sino aldeanos, de los que se sacarían un ojo con una cuchara si con eso pudieran dejarte ciego…

Sobre todo cuándo campean por el campus de Zaragoza, aunque para algunos es más bien un pastizal, cada día con menos zonas verdes, para su desgracia, individuos cuyas obras completas podrían figurar en su tarjeta de visita: “menganito de tal, profesor titular de…”, y me refiero a casos concretos y determinados, cuyos nombres no voy a decir, por caridad cristiana.

Una universidad pública en la que hay más de un 5% de profesores eméritos, cuando la legislación estatal sobre la materia limita su número a un máximo del 3% de la plantilla…, pese a lo cual no tienen empacho alguno en pasarse el día pidiendo dinero al Gobierno de Aragón, com si los billetes de quinientos euros crecieran en los árboles, como las hojas. O que jubila prematuramente a una serie de profesores (“casualmente” todos bien relacionados con el equipo rectoral), a pesar de que la Cámara de Cuentas de Aragón ha dicho que una buena parte de esas jubilaciones anticipadas son totalmente ilegales, y suponen un incremento de costes para la Institución, al tener que seguir pagándoles parte de sus salarios, a cambio de nada (concretamente la diferencia entre lo que cobraban en activo y lo que perciben por la jubilación).

En otras palabras, que no prestan servicio alguno de provecho (lo que en algunos casos es francamente de agradecer), pero siguen costando dinero a la “casa”.

Ya se sabe que los progres es lo que tienen: que les gusta chupar más que a un tonto un lápiz.

En fin, que le vamos a hacer. La Institución no tiene arreglo, al menos a corto o medio plazo.

Es triste decirlo, pero es la verdad.

Ni el Gobierno de Aragón, ni la Cámara de Cuentas han sido capaces de enmendar un estilo de gobierno que se caracteriza por pensar que no son autónomos, sin independientes, y que tienen “derecho” a disfrutar de una “independencia subvencionada”. Como Cataluña, sin ir más lejos.

Al fin y al cabo, ¿por qué va a ser la Universidad de Zaragoza menos que Cataluña?

Resumiendo: no haber sido nombrado Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza, en estos tiempos aciagos, constituye un verdadero mérito, ya que normalmente los no nombrados son los mejores. Como sucede en el caso que nos ocupa, por ejemplo.

Publicado por Decisión Económica y Heraldo Sanitario de Oregón (05/11/2015) y Sierra Norte Digital (08/11/2015)

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