El Papa interviene un Estado católico


Parece que al Papa Francisco no le gusta que le llamen Francisco I, pues dice que él es el único Papa Francisco que ha habido. ¡Y que más da! Lo tradicional siempre ha sido datar a los Papas, al igual que a los Emperadores y Reyes, con el ordinal correspondiente, en previsión de que haya otros con el mismo nombre.

Aunque, en este caso, posiblemente no sea necesario, pues al paso que vamos, es posible que la Iglesia ya no pueda coronar a ningún Francisco II, ya que éste Francisco I puede acabar hasta con los cimientos de una Institución con más de dos mil años de Historia…

Su actuación respecto a la Soberana Orden de Malta, un perfecto andamiaje jurídico, fruto de novecientos años de sangre, sudor y lágrimas, ha sido la propia de un elefante en una cacharrería.

Intervenir una Orden con un estatuto jurídico internacional similar al de un Estado, con población y autoridad, e incluso con territorio, el Palacio dónde se asienta la Curia General de la Orden, con su Gran Maestre al frente (cortesía del estado italiano, creo recordar), es similar a los ataques de los musulmanes contra los cristianos en la época de las cruzadas…, salvando el derramamiento de sangre, que en esta época ya no se utiliza tanto.

Pero los efectos son los mismos, o incluso peores. Morir, desaparecer, ser controlado, intervenido, vigilado, sometido, por tus propios Hermanos en la Fe, creo es algo que nadie se espera. Por eso dicen que hay que guardarse de los amigos, que a los enemigos o adversarios todos los tenemos bien vigilados.

¿Qué ha llevado a este Papa argentino, que como buen argentino no para de hablar –y no diré a tontas y a locas, por respeto al cargo que desempeña-, a “ocupar” la Soberana Orden de Malta…? Según su secretario de estado: “para ayudar a la Orden en el proceso de renovación que se considera necesario”. ¿Pero quién lo considera necesario? ¿El Papa, o se trata simplemente de nepotismo, para impedir el cese de su íntimo amigo, el gran canciller de la Orden?

Sea como fuere, lo único cierto es el gran daño que se le hace a una Organización Soberana, con un estatuto jurídico privilegiado, similar al de un Estado, con Embajadas en diversos países, con una especial posición de Observador en las principales instituciones internacionales y, lo que es más importante, una gran labor social en el Tercer Mundo, con el dinero procedente de los Hermanos y miembros residentes en la vieja y decadente Europa, y en otros países del mundo.

Con todo ello ha arramblado el Papa Francisco I, y repito lo de primero, por no decir Francisco el último, pues al paso que vamos su obra va a ser verdaderamente inolvidable…

En fin, me retiro a meditar. Rezaré por él, pues presiento que no le irán mal las oraciones de este pobre pecador.

Publicado en La Tribuna del País Vasco (04/02/2017) y Rambla Libre (08/02/2017)

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