El suicidio o naufragio de España


Don Enrique de Diego publicó hace un par de años su libro El suicidio de España, a la venta en Amazon, en ebook, al precio de un café en un bar de chinos: 0,99 céntimos de euro. ¡Y luego dirán que leer es caro!

Yo, más modestamente, publique también un libro parecido, El naufragio de España, primero en ebook, y posteriormente también en papel, pues ya se sabe que los que no leen nunca nada te dicen que no te leen en ebook porque no les gusta, que ellos prefieren el soporte tradicional, y cuando les dices que se ha publicado en papel entonces reculan diciendo que realmente prefieren el ebook… ¡La cuestión es no leer nunca nada, y seguir en la imbecilidad congénita!

A don Enrique, que es un intelectual y un periodista de prestigio, le duele España. Y es raro en su gremio, pues la mayoría parecen putas, ya que lo único que hacen es dar mimos a quienes les pagan la nómina. Pero, afortunadamente, no es ese el caso, ya que de Diego nos alerta, en la acepción segunda del Diccionario de la Lengua Española, de la “acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente a quien la realiza”.

Mi libro es similar, ya que el naufragio es, según la acepción segunda del citado Diccionario, una “pérdida grande, desgracia o desastre”.

Que vamos camino del hundimiento de España en la nada, o en un conjunto de repúblicas ex españolas, enfrentadas entre sí, solo hay que ver las “aspiraciones” del gobierno separatista catalán, es algo que está fuera de toda duda, al menos para las personas que tengan dos dedos de frente, y no piensen solamente en el fútbol y en las próximas vacaciones de verano…

Nos duele España.

Y aunque personalmente podamos vivir tranquilos, una vida sin alborozos ni grandes problemas, disfrutando de nuestro trabajo, ingresos y amistades, no podemos permanecer impasibles ante la que se nos viene encima.

Una total pérdida de los valores morales tradicionales de la sociedad española. El ejemplo de don Ignacio Echeverría ha sido un aldabonazo en nuestras conciencias, y una vuelta al orgullo de ser español.

Un estado de las autonomías que está resultando ser el germen de la destrucción del concepto de Nación, de Patria, y hasta del Estado, con una casta política de medio millón de personas que viven opíparamente, y cuya principal función no es resolver los problemas comúnes, sino crear problemas a los demás, para justificar su presencia, y enriquecerse todo lo posible, con el dinero ajeno, que aspiran a convertir en propio, por no decir en apropiarse indebidamente de él.

Una enseñanza y sanidad cada vez peor, y divididas en porciones, una por autonomía, de forma que un español no puede ni andar tranquilo por su país, pues puede encontrarse perfectamente con toda clase de obstáculos para que sus hijos estudien en español, o ser atendido en un centro de salud u hospital, por ser “extranjero”… En definitiva, dan ganas de salir corriendo, solamente con billete de ida.

Pero como don Enrique ni yo mismo estamos acostumbrados a retroceder ante las dificultades, seguiremos plantando cara, aunque nos la partan, ante tanta gentuza que solo aspira a robar a los españoles y a generar un clima de enfrentamiento similar al que fue el preludio de la guerra incivil de 1936.

¡Dios quiera que no lo consigan!

Por de pronto hemos alzado una Bandera de España ante el separatismo catalán, publicando en este mismo diario el “Manifiesto: Cataluña ha sido, es y será siempre España”, que debemos a la buena pluma de don Enrique de Diego, mayormente.

Los demás nos hemos limitado a poner nuestra firma al pie del mismo, rubricando su contenido, y en el mismo sentido me permito invitarles a todos ustedes, amigos y adversarios, pero españoles de corazón, a que hagan lo mismo.

Que Dios nos lo premie, o en su caso nos demande por no haber sabido ser hombres, y mirar para otro lado, para no meternos en problemas…

Publicado en Rambla Libre (14/06/2017)

comentarios
  1. Francha |
  2. Carlos |