Villanueva de Sigena o la fuerza del derecho


Villanueva de Sigena (y no Sijena, como se empeñan en escribir la mayoría de los medios), es un claro ejemplo de que en la lucha de David contra Goliat, a veces gana David…

Se trata de una pequeña localidad de la provincia de Huesca, con escasamente quinientos habitantes, pero mucha historia.

Hoy es noticia, y lo será durante algún tiempo, espero que durante mucho tiempo, pues han sido muchos años de batallar por lo suyo, por la recuperación de las obras mal llevadas a Cataluña, y apropiadas indebidamente por ellos, como se ha encargado de resaltar la Justicia. Administración de Justicia española que es lenta, pero segura.

Sobre 1980, más o menos, acudí por primera y única vez a la localidad (tan pronto como estén expuestas las obras volveremos, si Dios quiere), para recibir el nombramiento de Consejero Adjunto del Instituto de Estudios Sijenenses, una Institución cultural de primer orden, creada en la localidad de la mano de su fundador y promotor general, don Julio P. Arribas Salaberri, director y catedrático de la escuela de Comercio de Lérida, e interventor general de la diputación provincial, también de Lérida.

Disfruté de la amistad y compañía de don Julio, y recuerdo una solemne sesión en la iglesia parroquial, donde un pastor protestante de Suiza vino a pedir disculpas públicamente por el asesinato de don Miguel Servet, nuestro gran sabio, oriundo de la localidad.

Como este señor se expresaba en francés, un ilustre jacetano, don Juan Lacasa Lacasa, ofició de traductor, acreditando un excelente dominio del idioma francés.

Ambos dos, don Julio y don Juan, ya fallecidos, y los dos olvidados e ignorados en este Aragón que no se caracteriza, precisamente, por su gratitud hacia sus hijos más ilustres, dignos y sobresalientes.

Vaya este cariñoso recuerdo, en su memoria.

Hoy irá el presidente de Aragón a hacerse la foto, y ponerse la medalla, a pesar de ser un personajillo insignificante, absolutamente inútil, al que el cargo le viene grande, muy grande, como lo acredita, por ejemplo, que haya sido incapaz de renovar El Justicia o la Cámara de Cuentas de Aragón, instituciones ambas que llevan ya varios años en funciones… Pero así se escribe la historia.

La historia de Villanueva de Sigena es también el triunfo de la voluntad, la fuerza del Derecho, el tesón y coraje de un pueblo aragonés, que ha sabido luchar por lo suyo, contra viento y marea.

Nada nos es regalado en la vida, y es algo que deberíamos aprender todos desde nuestra más tierna infancia.

Pese al “modelo” educativo actual, consistente en que los niños tienen “derecho” a ser felices, lo cierto es que en la vida todo hay que lucharlo, sufrirlo y trabajarlo, y que los muy dignos, constantes y esforzados habitantes de Villanueva de Sigena han demostrado, con creces, ser dignos de volver a tener en su poder las obras que nunca debieron de salir de allí.

Y que la aplicación del artículo 155 de la Constitución, además de evitar la destrucción de España, ha servido también para solucionar de una forma pacífica y ordenada, este serio conflicto jurídico, que enturbiaba las relaciones entre los catalanes y los aragoneses.

Unas relaciones de vecindad, para lo bueno y para lo malo.

Hoy todo Aragón, y me atrevería a decir que toda España, somos Villanueva de Sigena.

Publicado en Catalunyapress, Alerta Digital y La Tribuna del País Vasco (12/12/2017), Heraldo Sanitario de Oregón (13/12/2017) y Sierra Norte Digital (15/12/2017)

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