Omella, el Vaticano y la «justicia» papal


“No hay nada oculto que no se descubra algún día, Ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado”. (Evangelio de San Lucas, 8, 17).

  1. El Arzobispo de Barcelona, don Juan José Omella, pertenece al círculo privado de válidos del Papa actual, pues ha sido creado Cardenal, elegido miembro de la Congregación de los Obispos del Vaticano, que selecciona a los futuros Obispos, y fue designado Juez de la Signatura Apostólica, que es el Tribunal Supremo de la Santa Sede. ¡Casi nada!
  2. Don Miguel Ángel Barco es un sacerdote tradicional, contrario a las nuevas corrientes que imperan en la Iglesia Católica, con un Papa que ha perdido el norte.., si es que alguna vez lo tuvo, y que cómo buen argentino, no para de hablar, en muchas ocasiones diciendo cosas total y absolutamente absurdas, contradictorias, etc. (Por cierto, ¿no tendré yo también ascendencia argentina…?).
  3. El Obispo de Alcalá, Mons. Reig Pla, un Obispo de verdad, se niega a abrir un expediente administrativo a Mosén Barco, a instancia de la Congregación para el Clero, que actúa de oficio, suponemos que instada por alguien con relevancia en la Iglesia Católica, pero sin develar en ningún momento ni la persona o personas denunciantes ni las pruebas correspondientes…
  4. Hurtando el derecho canónico a ser enjuiciamiento por el Obispo ante el cual se está incardinado, y aprovechando que Mosén Barco estaba en Barcelona, para curarse de un cáncer, la citada Congregación delega en el “Príncipe” de la Iglesia, y Juez Supremo del Vaticano la instrucción del expediente administrativo, haciéndole juez y parte, perdiendo toda su imparcialidad y objetividad, al tener que juzgar, en su caso y en su día, unos hechos que ha conocido previamente como Juez Instructor, aunque él dice que se limitó a actuar “como una simple paloma mensajera”.
  5. La “paloma mensajera” cita en su despacho al Padre Barco, por supuesto sin asistencia Letrada, faltaría más, y sin entregarle el escrito o escritos de acusación, simplemente leyéndole su contenido –suponemos-, le conmina a que renuncie voluntariamente al Sacerdocio, pues tiene una supuesta hija con una feligrés de la Diócesis de Alcalá…
  6. Le ofrece un trabajo como seglar, ayudarle económicamente con dinero del Arzobispado, suponemos que dinero negro, pues causaría baja en nómina, etc., y que no haría público, urbi et orbe, que se le había echado del Ministerio Sacerdotal, a lo que el cura se niega. (Yo hubiera hecho lo mismo).
  7. Unos días después el acusado comparece y aporta un acta notarial, los análisis de AND que certifican que no es el padre de la niña que dicen es su hija, una certificación del Obispado de Alcalá, acreditativa de que no hay denuncia alguna contra él, por lo que todo el proceso viene directamente del Vaticano, ex oficio, etc., y el Cardenal le dice que hará llegar toda esa documentación a Roma, pues va allí frecuentemente, por razón de sus altos cargos en la cúpula de la Iglesia.
  8. Pese a lo cual, y haciendo caso omiso a esa documentación –suponiendo que se entregara en su día-, la Congregación para el Claro, que pastorea un ejército de 600.000 curas, dicta una resolución inaudita parte por la que le priva del estado clerical, y le reduce al estado laico, es decir a ser un seglar normal y corriente.

Y no solo eso, sino que la pública para que la humillación y el hundimiento personal, profesional, religioso, social, etc., sea más grande, a ver si se suicida de una vez y nos deja en paz…

  1. Mosén Barco contraataca, y se querella contra el Cardenal Arzobispo, tramitándose el proceso correspondiente ante el Juzgado de Instrucción núm. 10 de Barcelona, actuación procesal que es merecedora de otro artículo, ante las evidentes irregularidades, por no decir arbitrariedades, de la misma. Y lo digo cómo ex juez, fiscal y secretario judicial sustituto, profesor universitario de derecho penal y abogado en ejercicio, es decir, con un cierto conocimiento de causa.
  2. Una persona anónima, Jacques Pintor, escribe un libro titulado “Barco contra Omella. En defensa propia”, y subtitulado “Complot de poder en la Iglesia Española!, publicado en Amazon, y que puede comprar y leer quien quiera. En dicho libro, págs. 220 a 223 –falta la numeración de las 220 y 221, sin duda por error mecanográfico-, aparecen numerosos wassap supuestamente enviados por Omella a la entonces notaria del Arzobispado de Zaragoza y a un sacerdote juez eclesiástico del Arzobispado, que presuntamente eran sus espías y le informaban a él y al propio Vaticano de todo lo que sucedía, o creían sucedía, en Zaragoza. Ambos dos han sido condenados penalmente por un delito por los Juzgados de Zaragoza, decisión que creo está recurrida, y por lo tanto todavía no es firme, y en el caso de la notaria, también ha sido despedida del Arzobispado. ¡Hay que ir borrando cabos y huellas! Y respecto al sacerdote, todavía no ha sido reducido al estado laical…, pero yo que él, no me estaría muy tranquilo.
  3. Esta mañana me decía un gran católico que la ropa sucia es mejor lavarla en casa, y que bastante mierda están echando sobre la Iglesia para que los católicos contribuyamos a dicha ceremonia de la confusión… Yo pienso lo contrario: hay que limpiar, y que cada vela aguante sus responsabilidades. ¡Tal vez consigamos librar a la conferencia episcopal española de la presidencia del “ominoso”, y quien sabe, hasta a la Iglesia de un futuro Papa igual o peor que el actual…!

Publicado en El Correo de Madrid y El Diestro (16/12/2019) y Heraldo de Oregón (17/12/2019)

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