Resisitiré ante tanto imbécil como anda suelto


Ante el encarcelamiento en prisión domiciliaria que estoy sufriendo, sin fianza, procuro llevar mi vida ordinaria, levantarle a las horas de rigor, vestirme debidamente, aunque no vaya a salir de casa…, y trabajar.

Hay mucho que escribir, que decir y que opinar, sobre todo los que tenemos dos dedos de cabeza, en mi caso, uno y media.

Desgraciamente, estamos sembrando en el mar, como les sucede a la mayoría de los maestros y profesores, pues la gente está idiotizada, frente a esas telemierdas, como yo las llamo, o telebasuras, que queda más elegante, que contribuyen, y de qué manera, a idiotizar aún más a una población totalmente indefensa, pues están en prisión domiciliaria, y la mayoría además piensan que leer puede infectarte con el coronavirus…

Si a ello unimos que una gran parte de las personas mayores no dominan la informática –yo tampoco, pero me voy apañando como puedo-, y que su única distracción es mirar por las ventanas a los vecinos, ver la televisión, comer y dormir, pues ya me contarán.

Esta situación es aprovechada (cuando no propiciada expresamente) por el gobierno social comunista bolivariano que nos “hemos dado” –no con mi voto, desde luego-, para pasarse el día inyectándonos en el cerebro sus soflamas patrióticas, del tipo de “no le preguntes a España que puede hacer por ti, sino que puedes hacer tú por la Patria”, las intervenciones al estilo “Aló, Comandante”, del que cree ser el líder supremo, y del Subcomandante Marcos, digo Iglesias, que es el auténtico cerebro maquiavélico de este moderno golpe de estado, que deberían patentar, para poder cobrar luego a los países que nos imiten, que seguro habrá alguno…

A Dios gracias, no tengo wassap, sino un móvil antiguo, que me costó 27 euros –un exceso, sin duda-, que debe de tener diez años de vida, por lo menos, y que funciona estupendamente, por lo que no tengo que soportar las decenas de mensajes, a cual más estúpido, que entretienen a mi esposa e hijo.

Tampoco veo las televisiones, ni pública –radio pirenaica del partido comunista de Unidas Podemos-, ni privadas, pues odio la telebasura.

Como mucho veo programas de naturaleza de la 2, y alguna tarde me entretengo en la 3 con “El secreto de Puente viejo”, que hay que ver cómo distraen estas series en las que nunca pasa nada… ¡Creo llevan ya 9 años dando la matraca, aunque están a punto de acabar!

De vez en cuando me llama algún familiar, amigo o conocido, y en el tercer caso, el típico pelma que está más solo que la una, y no tiene con quien hablar.

Son gente que piensan que los demás no tenemos nada que hacer, y que se pasan los horas chismorreando, y sin ninguna aportación constructiva, que sería lo lógico y razonable. Pero de todo hay en la Viña del Señor.

Leo, estudio, escribo, pienso…, y rezo.

Es importante en estos tiempos de tribulaciones volver a rezar, para lo que con la vorágine de la vida actual, nunca tenemos tiempo.

Yo suelo rezar cuando me acuesto, pero muchas veces estoy tan cansado que rápidamente quedo en un estado de sopor, que no sé ni lo que digo.

Estos Días de Semana Santa, cuando la Iglesia Católica nos ha abandonado a nuestra suerte, cerrando la práctica totalidad de los templos, deberíamos recordar que Dios está con nosotros, y que él nunca nos abandonará.

Y los zaragozanos en particular, y españoles en general, podemos orar a la Virgen del Pilar, la Patrona de la Hispanidad, que no dejará a sus hijos sin su apoyo.

También pensar que hemos hecho mal en nuestras vidas, o con nuestras vidas, pues parece que el coronavirus es un aviso de Dios, para que rectifiquemos, que posiblemente todavía estamos a tiempo.

Dios quiere nuestra salvación, que volvamos a una vida digna, natural, desde el nacimiento hasta la muerte, cuando Dios quiera, sin abortos ni eutanasias, ni mucho menos el genocidio que un desgobierno comunista y bolivariano está infringiendo a miles y miles de ancianos, que mueren solos y totalmente indefensos, como perros abandonados, sin la compañía de sus seres queridos y el auxilio espiritual de un sacerdote.

Rezaré por todos ellos, para que Dios les acoja en el Cielo, y sean capaces de perdonar a quiénes les han tratado como a “material desechable”.

Pero, por supuesto, pues la Justicia es dar a cada uno lo suyo, sus descendientes harían bien en denunciar estos hechos, para que caiga todo el peso de la Ley sobre los culpables, y no me refiero a los médicos y enfermeros, que están haciendo lo que humanamente pueden, y a veces mucho más, sino sobre los políticos responsables del desastre…

Por todas estas circunstancias, ¡qué triste es esta Semana Santa, Dios mío!

Publicado en El Correo de España y Heraldo de Oregón (10/04/2020), El Español Digital (11/04/2020) y El Diestro (13/04/2020)

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