El timo de CEDRO


Soy socio de CEDRO, desde hace décadas, prácticamente desde su fundación, aunque hoy por hoy más que una fundación parece una fundición de los derechos de los autores…

Durante todos estos años he recibido unas cantidades realmente miserables en concepto de derechos de autor, con variopintas excusas: que hay mucha piratería, que el Ministerio de Cultura no nos paga lo que nos prometió, que las bibliotecas públicas no abonan un canon por los libros prestados, etc.

Me temía, pues uno ya tiene una edad, que todo eran excusas de mal pagador, hasta que veo hoy en “El Confidencial” un estupendo artículo de don Ángel Villarino, quien pone los puntos sobre las íes de la ¿dudosa? gestión de CEDRO, o más bien de cómo el dinero se lo quedan los directivos y empleados de la “empresa”.

El artículo se titula “Pleitos, dietas y sueldazos: la lujosa decadencia de la SGAE de los escritores”, y aconsejo su lectura a los lectores que sean socios de Cedro o de la SGAE, que por lo visto son muy parecidas en cuánto al despilfarro del dinero ajeno.

Escribo desde le indignación, pero creo que con la serenidad suficiente como para que se entienda lo que quiero decir. ¿A ustedes les parece lógico que a un autor con veintitantos libros publicados, en ediciones en papel, y varios también digitales, o solamente en ebook, en total unos treinta libros, se le puedan “pagar” algo más de cien euros anuales, como derechos de autor…?

De seguir así las cosas, no creo que continue mucho tiempo como socio de Cedro. Por lo menos que no vivan del sudor de mi frente.

Voy a ver si pongo alguna cláusula de libre impresión, circulación, reproducción, fotocopiado, escaneado y hasta plagio de todas mis publicaciones…, para que nadie se lucre asumiendo mi “representación y defensa” como autor.

Ver que la directora general de Cedro cobra 132.000 euros anuales, es decir, 11.000 euros al mes, prácticamente el doble que el Presidente del Gobierno, que anda por lo setenta y tantos mil euros, es algo que me revuelve las tripas.

O que las oficinas estén instaladas en la zona más cara de Madrid, pagando unos importes francamente escandalosos, además de tener una plantilla de 37 personas, que, dicho sea de paso, no se a que se dedican, pues desde luego a prestar servicios a los escritores, seguro que no.

Siempre que he tenido un problema lo he tenido que solucionar personalmente, incluso dar de alta las nuevas obras en su base de datos…

Resumiendo: pido la dimisión, o en su defecto el cese, de la directora general, y de toda la cúpula a sueldo de la entidad. La reducción del número de empleados. El traslado de las oficinas a un edificio mucho más económico, y que se dupliquen o tripliquen las cantidades a percibir por los autores, pues Cedro se creó para servir a los autores, no para dar de comer a un buen número de comensales no invitados a la mesa…

Y pido también que el Ministerio de Cultura, o el Tribunal de Cuentas, realicen una auditoría de las cuentas de los últimos años, pues seguro que nos llevamos grandes sorpresas.

Con exigencia de las responsabilidades laborales, o incluso penales, a que haya lugar, cuyo posible ejercicio me reservo, en la parte que me corresponda, como autor directamente afectado –más bien timado- por esta situación…

Publicado en La Tribuna del País Vasco y Heraldo Sanitario de Oregón (31/05/2016) y Sierra Norte Digital (01/06/2016)

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